jueves, 1 de octubre de 2009

¿Pareja por convicción o por conveniencia?



Querido lector, hoy tocaré un tema que le interesa a todos aquellos que se han sentido utilizados o que se preguntan por qué sus parejas constantemente los cambian por otros. Por eso hablaremos de las relaciones por conveniencia.

“Me cambió por uno más joven”, “Cualquier persona guapa le mueve el tapete”, “Nada más subí de peso y se buscó a otro”, “Se enoja cuando no le compro lo que quiere”, etcétera.

Todos hemos llegado a decir frases como éstas, o por lo menos hemos escuchado a alguien decirlas. Pero, ¿cuál es la razón por la que esto pasa?
Cuando la persona está en una relación por satisfacer una necesidad superficial, como tener más dinero, presumir o vanagloriarse de la belleza del novio, buscar la aprobación de los otros, aligerar su carencias emocionales, escalar profesionalmente o alimentar su baja autoestima, es fácil que lo que sostiene la relación se derrumbe. Dicho de otra manera, la pareja se tiene que construir en un proceso que incluya la atracción, la compatibilidad de pensamiento, un medio ambiente factible y la salud y madurez mental de ambas partes. Sin embargo, hoy en día nos vemos tan presionados por la opinión de los que nos rodean, o nuestros propósitos se han vuelto tan ambiciosos, que nos cerramos o nos comprometemos con personas que no nos harán felices.

Si retienes a una persona por un beneficio brindado, es fácil que en cualquier momento busque a alguien mejor, alguien que le dé más, y cuando eso sucede se toma como una traición. Pero no nada más me refiero a los clichés de vividor interesado o al rico que compra cariño, sino a ese enfermizo hábito que, personas comunes y corrientes, tenemos de hacer equivalente el amor a los cosas agradables que nos brinda la otra persona. Esto proviene de nuestra infancia, donde –como es natural– nuestros padres nos miman y nos regalan cosas porque nos quieren.

No digo que ya no regales o seas detallista con tu pareja, o que, por no ser cerrado, tomes todas las llamadas y te quedes de ver con cuanto tipo se te cruce, sino que sigas tu intuición, obsequies lo que te nace y no te cierres a esa persona que te causa un interés genuino. O bueno, si ya te resignaste y sientes que tu personalidad no vale algo bueno, y lo tuyo es contar a cuántos impresionas con tu auto, o con tu vientre de lavadero, o con tu buen gusto por vestir, o con tu tarjeta de presentación, asúmete como tal y luego no andes llorando porque nadie te toma en serio, o porque te has vuelto incapaz de profundizar en una relación y no sabes valerte sin tus muletillas. No hay que olvidar que: No tiene la culpa el Chichifo, sino el que le paga los tragos. Mejor trabaja tu temperamento, tu cuerpo, tu mente, tu ropa, tu personalidad, tu humor, tu madurez -o todo aquello que sea un plus de tu esencia-, y, siendo tú mismo, con suerte encontrarás a otro igual y, cuando eso suceda, él tendrá más herramientas para no dejarse tentar.

Hasta el próximo jueves.